LA HISTORIA DE LA MONA DE PASCUA

Mar 25, 2022 | Sin categorizar

La mona de Pascua es una arraigada tradición en nuestra tierra y fuera de ella, con una historia curiosa y sorprendente.

 

LA MONA DE PASCUA

Arranca la primavera y comenzamos a ver nuestras tradicionales Monas de Pascua decorando los escaparates de nuestras panaderías y pastelerías. Una tradición muy arraigada en toda la Comunidad Valenciana que nos regala el placer de degustar casi auténticas obras de arte elaboradas con pan enriquecido con mantequilla, huevo y azúcar. De textura esponjosa, con uno o varios huevos duros incrustados, a la cual generalmente se da forma de rosca, cesta o de animal porque están pensadas, sobre todo, para los niños. Actualmente, lo habitual es presentar un solo huevo en la mona, que puede ser cocido o de chocolate.

¿Y la tradición que la acompaña?

Es el padrino quien regala una mona a su ahijado o ahijada el Domingo de Resurrección. Antaño, la mona servía como postre para toda la familia y el niño agasajado aprovechaba la ocasión para recitar ante el padrino un verso laboriosamente aprendido: la “décima”.

Pero, ¿cuál es el origen de esta tradición?

 Lo cierto es que conforme uno comienza a remontarse más y más atrás en la historia, aparecen menciones,  posibles teorías y distintas versiones del origen de esta dulce tradición. Pero vamos a hacer un ejercicio de recopilación para arrojar algo de luz sobre nuestra querida Mona de Pascua.

Vamos a remontarnos a la Edad Media, cuando por Cuaresma se practicaba la abstinencia. Estaba prohibido comer carne, productos lácteos y huevos. Así que durante ese tiempo, la gente hervía los huevos y los guardaba. El Domingo de Pascua, todas las personas que tenían huevos duros, iban a la iglesia para que el sacerdote los bendijera, y entonces los regalaban a sus personas más queridas.

Primero se regalaban huevos duros, después derivó hacia un roscón hecho con pasta de pan adornado con ellos, y poco a poco, este regalo se convirtió en lo que es hoy, un pastel adornado con huevos o figuras de chocolate.

Pero, ¿es una costumbre solo nuestra? ¿Qué otros nombres recibe?

La palabra Mona proviene del vocablo árabe “munna” que significa obsequio. Pero, ¿se le llama así en todas partes? La mona es el ‘bollo’, ‘panou’ o ‘pan achicharrado’ tradicional. Según la comarca, la mona tiene distintas denominaciones y algún toque personal que la caracteriza: mona, panou, toña, panquemado, pan dormido, pa de vent, pa d’ou, pa socarrat… Pero todas estas variedades tienen dos denominadores comunes: el pan enriquecido y el huevo.

 ¿Qué simboliza el huevo?

Si escarbamos más en la historia, el huevo ha simbolizado nacimiento y resurrección, un significado muy ligado a la religión y las costumbres de muchas culturas.

Los egipcios enterraban huevos en sus tumbas y los griegos los colocaban sobre las sepulturas. Los romanos utilizaban el proverbio “toda la vida procede de un huevo” y, en la historia cristiana, Simón el Cireneo, quien ayudó a Cristo a portar la Cruz, era vendedor de huevos. Si tenemos que buscar un simbolismo cristiano al huevo, este puede ser el del principio del universo y de la creación, el sentido de una «vida nueva», tal como indica la Pascua, con la Resurrección de Jesucristo.

También se utilizaba en Alemania a finales del siglo XIX como certificado de nacimiento. Se teñía el huevo y se grababa en la cáscara el nombre y la fecha de nacimiento como prueba ante el juzgado.

Los huevos de color y los conejos vivos, en efigie o de chocolate, que protagonizan la fiesta de la Pascua en Europa Central son arcaicos símbolos de vida y fertilidad que existían antes de llegar el cristianismo a Europa, ya que esta costumbre se practicaba en la época de los faraones en Egipto, 5 mil años antes de Cristo y también en la de los reyes de Persia.

Las culturas pérsicas y celtas celebraban también desde tiempos remotos el equinoccio de primavera regalando huevos pintados en señal de amistad. Sin embargo, fue con el cristianismo cuando se arraigó esta tradición, puesto que el Papa Julio III prohibió en el siglo XVI el consumo de huevos durante la Cuaresma y, como contrapartida, fomentó el consumo del preciado producto en el Domingo de Pascua, dando lugar a una fiesta en la que los niños iban a buscar este alimento.

En el siglo XVI hizo furor en Francia la costumbre de decorar los huevos y los artistas competían para realizar las más hermosas obras sobre ellos.

En este mismo siglo es que pasa a México junto con la Conquista española, en algunos lugares se hacen canastas de cartón muy adornadas con los huevos decorados con papel de china, llamados cascarones.

En Estados Unidos la búsqueda del huevo de Pascua se mantiene hasta en los sitios más privilegiados, como la Casa Blanca, donde, en el jardín privado, los niños participan en una carrera en la que hacen rodar huevos y gana el que logre llegar más lejos sin romperlo.

Los niños centro europeos se regocijan con los conejos que, según una leyenda alemana del siglo XVII, traen los huevos y los esconden, por lo que hay que afanarse para encontrarlos en el jardín.

La emigración europea de principios del siglo XX hacia América y Sudamérica ha hecho posible encontrar hoy esta tradición en algunos países latinoamericanos.

La Mona de Pascua en nuestras Comunidades

La mona de Pascua, tan tradicional en Cataluña, Valencia y Murcia, presenta los clásicos huevos de Pascua, de chocolate o de caramelo, con un pastel o una carta como base, o sobre una construcción de chocolate. En el siglo XVIII, era ya el obsequio clásico del padrino a sus ahijados, y el número de huevos correspondía a los años de edad de los niños hasta llegar a los doce. En ese momento, tal vez como punto final de este obsequio, el número de huevos se elevaba a trece. La tarta que los acompañaba era una confección sencilla de repostería, conocida como coca de Pascua, y podía revestir diversas formas de animales o de objetos, como ocurría en Francia con los “pains d’épice”.

Sin embargo, el huevo de chocolate tiene ya más de un siglo de vida, ya que los pasteleros popularizaron la elaboración de esta figura, primero, con ingredientes, como el mazapán, el crocante y el azúcar, y por último, el chocolate.

En otras Autonomías españolas se encuentran tradiciones similares, aunque con menos arraigo, como en el Principado de Asturias, donde los padrinos regalan a sus ahijados “el bollu”, una rosca de hojaldre rellena y adornada con yema de huevo, aunque los artesanos, no ajenos a los nuevos gustos, han ido introduciendo tartas con figuras y huevos de chocolate.

Las mujeres de las masías catalanas, en el siglo XVI,  elaboraban las “cristinas” tras la cuaresma, situando en el centro un huevo duro con dos tiras de masa de pan en cruz para evitar que saltara durante la cocción.

Los pasteleros se hicieron eco de esta costumbre y, durante el pasado siglo, fueron cuidando cada vez más la presentación, aunque no fue hasta después de la posguerra, cuando se produjo el gran auge de este pastel con el uso de la cobertura de chocolate.

En Aragón lo denominan ‘culeca’ o ‘torcida culeca’, es decir ‘clueca’, como una gallina empollando, porque los huevos los meten dentro. En la mayor parte de Castilla y Andalucía dicen ‘hornazo’, a pesar de que actualmente el nombre se puede confundir con otros tipos de preparados al horno salados.

En Galicia y Asturias se hacen ‘Rosca de Pascua’, con o sin huevos.

¿Y fuera de nuestras fronteras?

En Portugal se llama ‘folar da Páscoa’. En Francia lo denominan generalmente ‘brioche de Pâques’, con forma de panou o de nido y el huevo en medio, a no ser que sea una ‘couronne de Pâques’.

En Italia, su  ‘Pane di Pascua’ tiene forma de nido o corona como Occitania. Pero en Calabria y Sicilia tiene varios nombres como ‘cudduraci’, ‘cuzzupe’ o ‘sguta’.

En Grecia y Chipre, los ‘tsureki’ (ts??????) suelen ser alargados con forma de trenza y, como los hacen todo el año, los de Pascua reciben el nombre específico de ‘lambropsomo’, que significa pan reluciente, y llevan huevos duros.

También los armenios, que dicen ‘xoreg’, y en Turquía los cristianos lo denominan ‘Paskalya çöregi’, que significa literalmente pasta de Pascua.

En Croacia se dice ‘pinca’ y en Bulgaria ‘kozunak’. En Rumanía hacen también la ‘Pasca’, que difiere del resto porque lleva queso, una evolución del bollo tradicional.

En Alemania tiene su Osterkranz (corona de Pascua), y en Austria su ‘osterpinze’, que etimológicamente se asemeja al nombre croata (Oster es Pascua en alemán).

Eso sí, parece que la forma más antigua que se le da a este manjar en todas partes, es la corona con los huevos por encima, o bien un nido con el huevo en medio. En cuanto a los huevos, suelen ser de varios colores en la Europa occidental y solo rojos al oriental.

En todo el mundo se venderán este año cientos de millones de huevos de Pascua, sin embargo, las figuritas de chocolate son las  preferidas por los niños, sustituyendo cada vez más al huevo cocido y pintado.

En definitiva, a pesar de la diversidad de nombres y formas, está claro que la Mona de Pascua es una tradición más extendida de lo que nos parecía a simple vista aunque no se conozca su origen exacto. Pero seguro que estamos de acuerdo en que es una tradición muy antigua y muy deliciosa que vale la pena perpetuar.

 

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